Serpentea la música entre nuestros cuerpos latentes. Nuestras caderas se buscan entre la noche y las notas. Se encuentran bailando al mismo ritmo que los corazones. Tus manos en mi cintura. Mi cordura tirada en el piso. Mis dedos recorriendo tu espalda. Y tus piernas temblorosas. Una media vuelta y me quedo adherida a tus deseos. Te noto por encima de la ardiente tela. Y me quemas. Seguimos sintiendo la música –seguimos sintiéndonos. Respiras en mi oído. Cierro los ojos. Otro giro. Tu boca seduciendo mi cuello. Yo, dispuesta a ti. Las respiraciones agitándose, bailando. Se detiene la música. Acaba la melodía. Un beso. Otro. Miramos la puerta. Salida del local. Entrada al paraíso: es hora de hacer caso a lo que gritan nuestros cuerpos…
3 comentarios:
Un susurro... un susurro... la verdad es que se me hace imposible dejarte algo tan sencillo y fugaz como un susurro.... contéstame a una pregunta... por qué después de leerte me entran ganas de recopilar todos tus escritos y publicarte un libro?
brrf. simplemente.
Dios, me ha encantado. Has conseguido que me estremeciera :)
De verdad, increíble.
Un beso! :)
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