El Hombre Misterioso pidió una tarta de cerezas y nata. Necesitaba despejarse. Había pasado toda la mañana intentando dibujar ese extraño -y muy desconocido- sentimiento que anidaba en él.
La puerta de la pastelería hizo sonar la campanilla al abrirse. Unas convers que portaban a una niña que se desplazaban sonriendo -y contangiando la sonrisa. Era la misma chica que había visto huir de su ventana.
Al llegar al mostrador, pidió su encargo de tarta de cerezas y nata, pero sin nata y sin guindas. La Señora de las mil y una tartas sacó un paquete de la nevera y se lo entregó. Salió como mismo había entrado. La mujer vino con su pedido.
-¿Quién era ella?
Una sonrisa se esculpió en su rostro.
-Es Lu, la pequeña Lu
Pequeña Lu...
-¿Por qué vive aquí? Inquirió con curiosidad en sus palabras.
-Por lo mismo que tú -le respondió con ternura.
La puerta de la pastelería hizo sonar la campanilla al abrirse. Unas convers que portaban a una niña que se desplazaban sonriendo -y contangiando la sonrisa. Era la misma chica que había visto huir de su ventana.
Al llegar al mostrador, pidió su encargo de tarta de cerezas y nata, pero sin nata y sin guindas. La Señora de las mil y una tartas sacó un paquete de la nevera y se lo entregó. Salió como mismo había entrado. La mujer vino con su pedido.
-¿Quién era ella?
Una sonrisa se esculpió en su rostro.
-Es Lu, la pequeña Lu
Pequeña Lu...
-¿Por qué vive aquí? Inquirió con curiosidad en sus palabras.
-Por lo mismo que tú -le respondió con ternura.
2 comentarios:
Es curioso... tu te centras en los acontecimientos anteriores a que se separaran... los mios la mayoria en lo ocurrido posteriormente...
Creo que nunca llegué a alejarme de este sitio.
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