1/7/09

Siempre fue de las que hicieron las cosas a lo grande

Paulette subía las escaleras de forma ausente. Iba acompañada del ronco sonido que hacían sus tacones al chocar contra el suelo –y su vida. Cada peldaño que pasaba, era uno menos en su cordura. Por fin llegó a la puerta que cambiaría su existencia. Era blanca, pero no denotaba pureza –como ella. La abrió dejando todas las dudas en la escalera. El sol cegó sus ojos y obligó a que sus párpados se cerraran y la sumieran en recuerdos. Antes de que los ecos de las palabras provenientes de su pasado llegaran a sus oídos, se acostumbró a ese resplandor. Se encontraba en una azotea, era grande y majestuosa –en contraste a ella. La observó escrutando cada milímetro, tal y como hacían los hombres con ella, pero no con esa –repugnante- lujuria. Se acercó al borde –de su existencia- y se quitó los tacones. Sacó un cigarrillo francés y sentándose, lo encendió. Se estaba fumando a sí misma, se estaba quitando un poquito más de vida. Tenía tiempo para reflexionar en lo que se terminaba el cigarrillo, pero quiso desperdiciarlo mirando cómo las hojas de los árboles se estrellaban contra el suelo y nadie se percataba de ello. Quizás si ella…Cuando la colilla quedó olvidada en una esquina de la azotea, sacó de su pequeño bolso su pintalabios color carmín. Se maquilló los labios escondiendo esos besos que nunca dio y enmascarando ese te quiero que se quedó escondido bajo su lengua. Se levantó y se puso otra vez en el borde. Los dedos de los pies se quedaron suspendidos en el aire. Y miró a la nada. Las endorfinas y la adrenalina se movieron rápidamente por su cuerpo. Serpentearon en cada célula hasta volverla eufórica. Era la primera vez que sentía algo parecido a la felicidad. El corazón bombeó más sangre que nunca, parecía estar –por una única y última vez- vivo. El sol se acercó un poco más a donde estaba ella, quizás para advertirla o simplemente para contemplarla. Paulette lo notó y quiso jugar con el sol. Respirando hondo y sonriendo como nunca lo había hecho, dio otro paso más hasta dejarse mecer por el vacío y mientras caía, nunca se sintió tan pletórica de alegría.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sigue actualizando con tan cálidas palabras que acompañan a los días fríos.

(L)