8/8/09


En un ataque de bipolaridad, Paulette se seca las lágrimas y borra todo atisbo de tristeza. Se arregla el rimel y de su bolso saca su mejor sonrisa -siempre lleva unas cuantas en el neceser por si acaso. Se mira en el espejo y se la agranda un poquito más. Pero sus ojos no sonríen. El rimel tapa toda emoción. Por eso se lo pone, no vayan a pensar que ella tiene sentimientos. Se acomoda el escote para que le quepan todas las miradas y no se le escape ninguna. Oye que la llama una voz muy varonil, es Carlos, no, se llama Marcos... ¿o es Mario? Qué más da, al fin y al cabo su rostro se volverá difuso con el paso del tiempo -y del alcohol. Responde con un lascivo oui, que despierta en el hombre sus más excéntricos deseos. Ella lo sabe. Y se aprovechará de ello. Abre la puerta de la habitación con una sonrisa tan plástica y muerta como lo que habita en la parte izquierda de su pecho. Y le regala una coqueta mirada cargada de promesas de que esta noche -para él- será inolvidable, porque ella, ya, ni recuerda de qué color son los ojos de Alejandro.

2 comentarios:

Verónica dijo...

Sensualidad, deseo, pasion y un largo etc... podria decirte sobre tu post... me ha gustado muchisimo...

besotes de esta peke.

pd. te espero por mi rinco con una taza de cafe, si gustas...

Goodnight Moon. dijo...

Me dejas sin palabras cada vez que entro aquí y me encuentro estas preciosas actualizaciones. No puedo añadir más de lo que siempre te digo, es imposible. Siempre me sorprendes, siempre haces que mis ojos, lean grandes historias.
Amote mucho(L)