15/11/11
No es una historia bonita, es una historia de amor
19/6/11
4/6/11
¿A qué olerá su piel? Se preguntó ella
-¿En serio tienes catorce?
La chica se rió.
-Qué va, voy a cumplir veinte. No le hagas caso a ese idiota -dijo mirando a su amigo y haciéndole una mueca.
El chico de mirada azul fijó su atención en ella.
-Pues no parece que ten... ¡tus ojos! -dijo cortándose a si mismo- ¡tus ojos son negros! -exclamó.
-Marrones -corrigió ella.
-Marrones casi negros... pero oscurísimos.
2/5/11
Se busca sonrisa, se ofrece recompensa
¿Qué cómo perdí mi sonrisa? Pues resulta que un día me mataron y al despertar ya no estaba. ¡Pum! ¡Como si las sonrisas pudieran ir corriendo muy lejos…!
He mirado en cada rincón de mi cuarto y de mi cuerpo, incluso debajo de mi cama, pero solo consigo hallarla en mis recuerdos. ¡Qué lejana me suena!
Intenté inventar una nueva pero mis labios se han olvidado de los ingredientes y de los pasos que tienen que seguir y yo es que tampoco lo recuerde mucho. Creo que tenía que sentirme bien para poder hacerlo. Me parece que así era, pero no estoy segura.
Puse trampas por todas partes a ver si así había suerte y caía la muy tonta. Pero ¡oye, que no, que no aparece! Y últimamente se me está haciendo muy necesaria para poder continuar. ¡Qué rabia me da que nadie me haya advertido de que nunca pierda mi sonrisa! Es que claro, ¿una qué va a
saber? Y cuando ocurre, resulta que es demasiado tarde.
Empapelé el mundo de carteles de ‘’Se busca sonrisa, se ofrece recompensa’’, pero parece que nadie ha tenido la casualidad de encontrarla. Ni siquiera ha llamado nadie diciéndome que le ha parecido verla en alguna esquina.
He extraviado mi sonrisa y me urge recuperarla que me hace demasiada falta para seguir despertando por las mañanas.
27/3/11
Solo quería despedirme... Me voy de viaje y aún no tengo destino
11/3/11
26/2/11
22/2/11
No sabía ni cómo, ni cuándo, ni por qué, pero la vida le había concedido un único deseo que ella había transformado en una noche con él. Y allí se encontraba, de nuevo, entre aquellas paredes tan conocidas –y resabidas, con él, de nuevo.
-¿Pero qué…?
-Shh –ella lo hizo callar con uno de sus finos dedos en los anhelados labios de él.
-¿Cómo has…?
-Vaya, veo que sigues sin creer en la magia –le dijo ella sonriendo.
Las pupilas de él se convirtieron en un interrogante.
-¿Crees en eso de las asignaturas pendientes? –preguntó.
Media sonrisa apareció en su rostro.
-Dime, ¿a qué has venido exactamente?
-A hacerte el amor –sentenció mientras escondía una carcajada de nerviosismo.
Él enarcó una ceja.
-Así, que vienes a hacerme el amor –meditó- de todas las respuestas posibles, nunca me esperé esa.
-Pero es la más sincera
-¿Y esto qué es? ¿Cómo un reencuentro?
-No, esto es esto: nosotros, una habitación alejada del mundo y una noche por delante.
-No está bien… y lo sabes
-Si no está bien, ¿por qué tienes las pupilas dilatadas de deseo? ¿Por qué tus ojos arden en pasión?
-Es que aquí dentro hace calor…-se excusó.
-Cariño, fuera hace diez grados. La única calidez que puedes sentir es la de anticipación de saber que tus manos se perderán en breve por mis caderas
-Veo que lo tienes todo pensado
-No es pensado. La vida me ha dado la oportunidad de sentirte por última vez. No sé qué bien le habré hecho al mundo para que ocurra este milagro pero no pienso desaprovecharlo, no esta vez.
Ella se acercó un poco más a él, a sus labios. Su pecho subía y bajaba cada vez con mayor dificultad. Las ganas la comían y no la dejaban respirar tranquila. Quería explotar en sus brazos.
-Entonces vienes a hacerme el amor
-Exacto
-¿Y cómo se hace eso?
-Es fácil… Solo tenemos que dejar que nuestros corazones guíen nuestras manos. Si quieres, puede susurrarme te amo
-Hace mucho que no te digo que te amo
Su corazón dio un vuelco. Después de tanto tiempo… él… seguía… amándola –y deseándola.
-Pues es hora de que retomes viejas costumbres, ¿no crees? Dijo antes de besarlo.
25/12/10
Navidades mágicas
Había acabado exhausta de la cena. Tras tomar el champán y marcharse la gente de vuelta a sus cálidas casas, había recogido y limpiado todo el estropicio de nochebuena. Así podría dormir más por la mañana, aunque fuera unos minutos más. Se puso el pijama, pensando qué era lo que iba mal con ella, por qué no podía disfrutar la navidad como todos sus familiares, por qué no tenía ni una pizca de ilusión en lo que estas fechas tan señaladas podían regalarle. Se acostó intentando encontrar alguna respuesta, alguna razón que le hiciera abrir los ojos, pero no encontró ninguna. Se dejó llevar de la mano del sueño, para relajarse y poder recuperar las fuerzas que hoy había gastado sonriendo. Antes de cerrar los ojos completamente, vencida, un toc toc se escuchó cauteloso en la ventana. Se levantó con curiosidad… no… no era posible… Descorrió la cortina y lo vio. Su rostro se transparentaba por el cristal, pero su sonrisa lo acaparaba todo. Le abrió rápido para que el frío no pudiera congelarle las pestañas –y el corazón, no vaya a ser que cambiara de opinión.
-He venido a pasar la noche del 24 contigo… Tenía que hacerlo, tenía que compartir este día contigo, aunque sea los últimos minutos antes de las doce –le dijo preocupado mirando el reloj- iba a venir antes pero…
Un beso interrumpió lo que estaba diciendo. ¿Qué importaba? Él estaba ahí, con ella, por ella y eso es lo que más valía. Daba igual que hubiera venido a las y cinco o a las tres, estaba ahí y eso era lo único valioso.
Le dejó pasar y acto seguido se aferró a él con tanta intensidad que cayeron en la cama.
Se cobijaron bajo la manta, abrazados. El frío ya no podría alcanzarlos.
-Feliz navidad, mi vida –le dijo ella con una sonrisa tan radiante como un árbol de navidad.
-Feliz navidad a ti también, amor.
Le dio un beso en la cabeza.
Y así es como pasaron sus primeras navidades juntos, entre muérdago y amor, escapadas nocturnas y sonrisas cómplices y, sobre todo, con la certeza de que este iba a ser el mejor día de navidad de sus vidas –o quizás el comienzo de unas navidades juntos… Ya se vería el año que viene.
21/12/10
El poema más hermoso del mundo
Acurrucada en la cama, ella se encuentra cobijada bajo una gran manta. Yo estoy en el escritorio. Tuve que hacerlo. Tuve que salir de su lado para coger una pluma y empezar a escribir, a escribirle. La observo desde lejos. Mi mano derecha garabatea en el papel, mientras ella respira soñando. Respira soñando porque ella es un sueño. Es imposible que tanto amor sea real y se lo confieso a la hoja en blanco, pero así es y aquí estoy, ansiando su cuerpo desnudo que yace habitando en el lado izquierdo de la cama. Yo escribo y escribo, hasta que las palabras de amor se agotan de mis dedos. Soy un poeta y ella es mi musa. Me inspira y me insufla vida a este corazón tan taciturno. Y la amo y ella me ama y eso es suficiente, es razón suficiente para seguir despertando cada día. Por ello, le compongo los poemas más hermosos del mundo pero yo no tengo ningún mérito. Todo lo tiene ella que es la musa que me inspira y la que contiene las palabras para crear los sonetos.
5/12/10
Mírame
8/9/10
25/6/10
Camino por la vida con los ojos llenos de tempestades. Doblo la esquina. Me paro. El dolor me parte el pecho en dos. Me desgarro. Me contorsiono agarrándome el corazón que amenaza con salir en tu busca. Lo cojo con fuerza, casi asfixiándolo, y le grito que tú no volverás, que tu marcha no tiene retorno, que la palabra regreso se fugó del diccionario, que ahora yo soy sólo una. Él se revuelve, incrédulo, intentado escapar de esta prisión de desamor. Tu recuerdo me devora la cabeza impidiendo que el silencio me dé un respiro. En el filo de la tormenta, atisbo un susurro de tu voz ya lejana. Caigo deshecha al suelo. Entre vestigios de lo que una vez fuimos, de lo que una vez fui para ti y ahora ya no soy, imploro y ruego olvido.
(Texto viejito (de casi dos años), pero creo que no lo había publicado).
7/4/10
Quiero que la escritura sea mi voz para siempre
6/2/10
24/1/10
Sabio Sabina
Lo peor de amor es cuando pasa, cuando al punto final de los finales no le quedan dos puntos suspensivos.
20/1/10
No con mi boca
16/12/09
Amores olvidados
Se pasó toda la noche releyendo cada una de sus cartas. Le buscó entre las palabras y sólo halló el rastro que sus lágrimas habían dejado. En silencio, revisó cada uno de sus puntos, comas y pausas con la esperanza de encontrar respuestas. Pero su ausencia le susurró que estaba sola y que por mucho que sus ojos miraran hacia su lado de la cama, sólo se perderían en el vacío.