Nunca imaginó odiar su piel

Elena intentó llenar su corazón después de ‘’hacer el amor’’ con él. Pero no encontraba con qué repletarlo. Quizás con algunos suspiros… Pero a quién quería engañar los suspiros al fin y al cabo son aire…
Él hacía unos momentos que se había dormido. A ella se le hacía imposible conciliar el sueño. Yacía su cuerpo desnudo junto al de él y cuando sus pieles se rozaron, Elena tuvo que apartarse rápidamente. Le daba demasiado asco. Se dio la vuelta y quedó mirando su espalda desnuda. Aún recordaba cuando, de joven, se sorprendía por el amor que sentía. Nunca llegó a imaginar que pudiera ser así. Pero con el paso de los malos recuerdos, de las lágrimas y de las noches en vela, ese amor se había difuminado en odio. Lo odió tanto como lo quiso. Y no es que él la quisiera más tampoco…
En lo más profundo de sus deseos, anhelaba volver a escuchar el palpitar de su corazón cuando sus labios se acariciaban. Y es que ahora el contacto de sus bocas era algo mecánico… algo que llevara a calmar la sed de sus cuerpos.
Él se dio la vuelta y su brazo se posó encima de su cadera. Elena intentó apartarse pero su abrazo era como una cárcel. Suspiró. Esta noche iba a ser muy larga…