1 mes… 4 semanas… demasiados días y de horas, ni te cuento. Ese es el tiempo que llevo sin contar, de nuevo, todos los lunares que tienes en el cuerpo y besar esa cicatriz que tiene mil historias. Las manos me tiemblan, adictas a la sedosidad de tu piel, reclamando ese contacto que se ha hecho tan conocido a mis dedos. Mi cuerpo está incompleto, extrañando el peso del tuyo encima del mío mientras tus labios hablan con mi boca y esta le susurra todo lo que los ha echado de menos. A mi cuerpo le haces demasiada falta pues escudriña cada rincón de mi cama buscando tus ojos y tu olor a sudor, piel y cigarrillo barato. Reclama tu boca porque mi cuello ya se queja de que le faltan tus besos. Mi piel se ha vuelto adicta a tu piel… y ojalá, que esta adicción no tenga cura. Y qué decir de mis ojos, que se sienten nostálgicos por no ver tu sonrisa ladeada mientras tus palabras divagan creando mundos mejores. Ven a mí, por favor, que las ganas son demasiadas y mira que nunca creía que existiera un demasiado. V-e-n-t-e. No seas egoísta y compártete un poquito conmigo, que solo te pido un par de horas para desgastarte los labios, nada más; un par de horas para saciarme (como si eso fuera posible) de tu piel, para aguantar hasta que te vea la próxima vez. V-e-n-t-e que mi cuerpo se m-u-e-r-e por sentirte y amenaza con consumirse. V-e-n-t-e pero no lo hagas por mí, sino por mi cuerpo que te echa demasiado de menos.
2 comentarios:
Una vez más me has dejado sin palabras.
Me alegra que tu vuelta sea con este estremecedor relato.
Me encanta :)
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besoss
Emilia
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